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Apoyo incondicional a lo nuestro

Escribe: Alberto Bejarano Ávila.-

En la medida que apoyemos lo nuestro, fortalecemos la economía nacional.-

El difícil trance que enfrentó Mercacentro, frente al cual expreso mi solidaridad y voluntad de seguir siendo cliente leal, suscito en mí reflexiones sobre el inexistente significado de “lo nuestro” y el dominante y avasallador significado de “lo mío”, particularidad cultural que si bien reconoce lo solidario como mero altruismo, desde luego loable si es sincero, desconoce el significado político-institucional de solidaridad como obligada constante en todo el tejido social y económico.

El Covid-19 enseña que tenemos que reinventar y sembrar solidaridad para cosechar solidaridad, expresada ésta en la férrea voluntad colectiva para construir un nuevo modelo socioeconómico para todos los tolimenses, so pena de que todo siga igual.

Cuando el sentido literal de “lo mío” no acompasa con “lo nuestro” es porque estamos ante un talante propio de gente ególatra, avara, depredadora y falsa que con sus acciones causa miseria y desigualdad a su alrededor y, para desgracia del Tolima, éste parece ser el carácter dominante que debe ceder paso, si así lo quisiésemos, a la amplitud mental, la cooperación y el respeto a la diversidad, rasgos esenciales para que “lo mío” y “lo nuestro” se trasformen en simbiosis que haga posible un Tolima incluyente y solidario.

Permítanme sustentarlo:

Tres son los pilares estructurales de una economía deseable para los tolimenses, la empresa pública, la empresa privada y la empresa cooperativa (sobre cooperativismo escribiré luego) y ninguna debe avanzar arrasando a otra porque así envilece, como en verdad ha envilecido, la noción de lo sistémico, el valor del interés común y la certeza de que todas son empresas esenciales para el desarrollo si cumplen éstas condiciones: ser de propiedad de tolimenses; ser generadoras de empleo; reinvertir utilidades en el crecimiento sostenido de cada sector; hacer reinversión social a través de fundaciones u otros medios; crear cultura identitaria y solidaria y de ellas la ciencia, la tecnología y la innovación para el emprendimiento regional.

Sabemos que las empresas públicas se fueron privatizando o anquilosando al convertirlas en fortín clientelista y por ello la misión del político auténtico, legítimo y decente (si existe) es rescatarlas y sanearlas para que ayuden al progreso regional. De empresas cooperativas sólo existen tímidos prospectos pues, desde la época de Cooperamos, la idea de un sistema cooperativo resuelto a cambiar la historia del Tolima dejó de ser impronta.  Estas dos formas de empresa deben reverdecer, pujantes y congruentes, porque el Tolima las necesita.

De economía privada tenemos una gran plataforma de pequeñas empresas que pueden ser grandes y por ende Mercacentro es imagen de cómo podría ser la empresa privada regional. Por ello reitero mi solidaridad con ésta empresa, e invito a toda pequeña empresa a adoptar éste modelo como guía y rechazo con vehemencia que alguien se regocije con los problemas de cualquier empresa tolimense, pues ello es propio de almas enfermas de ruindad moral y de quien ignora que la empresa pública, privada y cooperativa, juntas, salvarían al Tolima.

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