Escribe: Gabriela Moreno*

El mayor propósito de las chilenas reunidas en estos performances es visibilizar que conciben a lo masculino como una categoría opresora y a lo femenino como oprimida, algo propio del feminismo interseccional, conocido también como de cuarta generación, que aplica esta lógica de carácter hegeliano. Es la lucha de clases del marxismo llevada a la guerra entre sexos.
Un grupo de feministas chilenas semidesnudas, a rostro cubierto, ataviadas con sólo diminutas prendas de cuero y una cola de caballo entre los glúteos sexualizó la conmemoración de los 50 años del derrocamiento del socialista Salvador Allende. Esta veintena de personas presentó un performance frente al monumento de Los Héroes y las dependencias de la Armada en la Plaza Sotomayor de Valparaíso, ciudad porteña de Chile.
La intervención que llevaron a cabo las féminas frente a las instancias patrióticas, según lo que se evidencia en sus propias redes sociales, buscaba hacer una crítica al golpe militar de 1973. Sin embargo, actos de esta naturaleza, en lugar de verse como una actividad que genere respeto hacia lo que defiende este denominado “colectivo”, termina por tacharse de burla que, a su vez, echa por tierra las supuestas denuncias contra las instituciones por abusos ocurridos durante la dictadura.
Esta forma de protesta difundida por BíoBío por un colectivo que se autodenomina “Yeguada Latinoamericana”, corresponde a un performance conformado por mujeres feministas en conjunto con personas de la comunidad LGBT, que según Cheril Linett, propagadora de esta iniciativa, surge “en contraposición a ciertos feminismos hegemónicos, blancos y heterosexuales que utilizan las tetas y las vulvas como símbolo” de sexualidad.
Este grupo se da a conocer por usar “colas de yegua”, como su carta de presentación. Bajo su criterio, “los anos refieren al feminismo sexo-disidente y contra-sexual” que ellas practican, el cual va en contracorriente de corrientes feministas como, por ejemplo, el feminismo factual, que reconoce la existencia de una diferencia biológica entre ambos géneros pero habla de equidad. Ahora, este colectivo, por su parte, directamente rechaza el dogma del que se desprende.
En su lugar, estas “yeguas” optan por presentarse como una minoría –dentro de esa misma minoría feminista– que se identifica con elementos anales como sus ítems más representativos, porque “los anos de las yeguas están abiertos, dilatados, lubricados” y les describen mejor que los preceptos bajo los que se rigen sus camaradas. Teniendo segmentados sus objetivos, es de esta forma que el colectivo antes mencionado interviene en los espacios públicos con un vestuario provocativo, como ocurrió este 11 de septiembre e igual en 2021.
A pesar que desde la “yeguada latinoamericana” aseguren que son diferenciadoras en lo que defienden, el discurso sigue siendo el mismo entre su militancia. En sus redes e intervenciones se evidencia un calco de otras células feministas en esa oratoria: la típica culpa a la Iglesia, a la policía y al Estado. Partiendo de este punto, apelan a la victimización, a pesar de mancillar la imagen de las fuerzas del orden con estos actos sugerentes, y se decantan por acusar a estos entes de ser “las principales instituciones responsables del mantenimiento del legado colonial y la violencia patriarcal”.
Estos episodios públicos, ya reiterados en la sociedad chilena, también se vivieron durante la campaña del plebiscito constitucional. Por ejemplo, en septiembre del año pasado se vio la puesta en escena de un bochornoso y perturbador acto sexualizado durante un evento público en la misma ciudad de Valparaíso. Allí, un grupo travesti denominado “las Indetectables” hizo un llamado a “abortar Chile”, mientras extraía una bandera nacional del ano de uno de los participantes. Así invitaban a votar a favor del proyecto que promovía el oficialismo.
Un propósito político ideológico
Ahora bien, el mayor propósito de las chilenas reunidas en estos performances es visibilizar que conciben a lo masculino como una categoría opresora y a lo femenino como oprimida, algo propio del feminismo interseccional, conocido también como de cuarta generación, que aplica esta lógica de carácter hegeliano. Es la lucha de clases del marxismo llevada a la guerra entresexos.
La idea del colectivo para solucionar estas supuestas relaciones de subyugación es desconocer estos roles que esbozan como algo de dominación y sumisión. En su lugar, muestran lo que consideran una “multiplicidad de posibilidades” en el ámbito sexual que van desde el uso de juguetes eróticos, la estética sadomasoquista o la visibilidad de parafilias sexuales. Este proceder deja en evidencia el propósito de estas subcategorías del feminismo, cuyo fin es instalar antagonismos donde no los hay.
Una propuesta importada
En Santiago de Chile, el proyecto Yeguada Latinoamericana que lidera Cheril Linett ya ha saboteado a la procesión de la Virgen del Carmen que se realiza los 16 de julio, en Semana Santa así como también en otras conmemoraciones cívico-militares y religiosas. Entre lo más polémico estuvo un acto efectuado durante la visita del Papa Francisco en 2018, además de su activa participación en conjunto con su equipo para las manifestaciones del estallido social de octubre 2019.
Incluso, hay registros de esta manifestación en las calles e iglesias de Cuenca, ciudad de España. Entre ellas se encuentran la Catedral de la ciudad y la iglesia Virgen de la Luz. Sin embargo, en España, la Fundación Española de Abogados Cristianos introdujo una querella en contra del colectivo.
* Gabriela Moreno, Periodista venezolana residenciada en Chile. Egresada de la Universidad del Zulia. Experiencia como editora y productora de contenidos para medios impresos y digitales con énfasis en las fuentes de política e internacional.


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