Escribe: Samuel Ángel*

El expresidente Juan Manuel Santos vendió al mundo la “finalización de un conflicto” en el país. Un gran embuste propio de un comunista, porque no solo no se terminó, sino que con ese acuerdo se viene profundizando y son los más inocentes, nuestros niños, quienes están pagando las consecuencias.
Luego de que tropas de las Fuerzas Armadas de Colombia (FAC) encontraran en una zona rural de la vereda Buenos Aires, en Calamar, Guaviare, a una joven de 16 años, quien afirmó ser sobreviviente del bombardeo ocurrido hace semanas contra el campamento de alias Gentil Duarte, se reabre el debate sobre el reclutamiento de menores en el territorio nacional.
De acuerdo con el diario colombiano El Tiempo, la adolescente dijo a los uniformados que estuvo estos 20 días en inmediaciones del campamento bombardeado. Tomó agua de un caño y sobrevivió comiendo frutos de la zona.
Vestía prendas verde militar bastante desgastadas, botas de caucho y un brazalete de las disidencias.
Este relato es preocupante, como también es alarmante el alcance de los grupos criminales en este sentido, que a lo largo y ancho de Colombia se reparten a los menores como “ganado”, para llevarlos a delinquir en sus filas.
El modus operandi del reclutamiento de menores
Lo que demostró el reciente hecho en Guaviare, sumado a los testimonios de la joven de 16 años que fue hallada por las FAC, es que los métodos para captación y reclutamiento de menores se recrudecen con el tiempo a espaldas de los llamados Acuerdos de Paz, que hoy lucen como un mero papel sin nada de peso. Un ejemplo claro está en lo que contó la sobreviviente del ataque al campamento de alias Gentil Duarte. La menor informó a los militares que la rescataron mientras la trasladaban a Calamar que ella nació en Melgar, Tolima. Vivía con su familia en Villa Rica, Tolima, y que su papá se fue hace varios años.
“Ella aseguró que tenía 16 años y que llevaba tres años en las disidencias porque su papá es integrante de las mismas y la mandó llamar a Puerto Chicamo (Guaviare) y la reclutó”, narró la adolescente a los oficiales, según detalló El Tiempo.
Este testimonio va en cierta relación con lo que días atrás aseguró el Ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano, quien indicó que estas estructuras bélicas transforman a los jóvenes en máquinas de guerra, capacitándolos para atentar contra la fuerza pública y la población civil.
“Los entrenan durante mucho tiempo, los deshumanizan. Por eso, lo que tiene que hacer nuestra fuerza es desmantelar esas estructuras”, detalló Molano en W Radio, de acuerdo con Infobae.
De hecho, el titular de la cartera de Defensa expuso los casos de Alias Gentil Duarte, quien fue reclutado por las farc a los 17 años y alias Gabino, quien también fue reclutado a los 14 años por el eln.
“Hoy, estos dos son criminales, reclutadores, asesinos, secuestradores y extorsionistas”, dijo Molano.
Y es que la realidad nos muestra que luego de los secuestros –la mayoría de las veces se hacen con engaños–, los jóvenes ya no pueden salir nunca de la influencia de sus secuestradores, quienes los tienen en sus filas en casi todos los casos hasta su muerte.
Las cifras
En 2018 fueron reclutados 149 menores, según los números reflejados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). Posteriormente, se indicó que en 2019 fueron 97 menores, mientras que el año pasado, la cifra se ubicó en 71.
El eln sería el responsable del 38% de los casos; las disidencias de las farc del 34%, y el ‘clan del Golfo’, del 20%. El 8% restante habría sido reclutado ilegalmente por grupos como “los Caparros”, “los Pelusos” y otras bandas que delinquen en el país.
“Lejos de reducirse, el número de riesgos advertido y de víctimas de reclutamiento de menores se ha mantenido luego de la firma del acuerdo final para la terminación del conflicto suscrito en 2016. La práctica criminal se adapta ahora a las nuevas dinámicas, actores y formas de uso y utilización”, dijo el defensor del pueblo, Carlos Camargo.
Ni las cuarentenas frenaron el reclutamiento
Ni la pandemia, ni las restricciones a la movilidad ni la permanencia de los menores en sus hogares logró mantenerlos a salvo de organizaciones criminales que los reclutan, instrumentalizan para cometer delitos o los usan como escudos protectores para frenar la acción de las autoridades colombianas.
Cuatro meses después del inicio de la restricción más fuerte en marzo del año pasado, ya la Procuraduría advertía sobre el reclutamiento de menores indígenas de las etnias embera dobidá, katío y chamí y de la comunidad nonam, en Bojayá, e Istmina, Chocó; así como de niños indígenas de Toribío, Cauca; menores embera eyábida, de Murindó, Antioquia, e indígenas wounaan de Santa Rosa de Guayacán, en Buenaventura.
El doble rasero de los políticos de izquierda
Curiosamente mientras políticos como Angélica Lozano, Claudia López o Iván Cepeda se rasgan las vestiduras permanentemente por cada acto que realizan las autoridades y más concretamente la policía, no se escuchan sus voces para señalar a estos grupos del despropósito de atacar a las comunidades indígenas, que en otros escenarios, ellos dicen no solo defender, sino hasta representar.
Y es que los grupos indígenas y las comunidades que se encuentran asentadas en las periferias son cantera de niños que secuestran para llevarlos a hacer parte de las organizaciones criminales, sin ningún tipo de contemplación.
El expresidente Juan Manuel Santos vendió al mundo la “finalización de un conflicto” en el país, que no solo no se terminó, sino que con ese acuerdo se viene profundizando y son los más inocentes, nuestros niños, quienes están pagando las consecuencias.
* Samuel Ángel, Abogado, escritor,
presidente del Instituto de Investigación Social Solidaridad.
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