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La paz y no la violencia, tarea de todos

Escribe: Jorge Ancizar Cabrera Reyes

“Levantemos nuestros libros y lapiceros, porque son nuestras más poderosas armas”.

Malala Yousafzal, premio Nobel de paz 2014.

Hay que construir una mejor forma de vivir sin envidia ni egoísmo, sin discriminación y respetando los derechos humanos y la libertad con tolerancia y comprensión para el logro del desarrollo sostenible con la adopción de la no violencia y pensando en la paz como el camino para construir una sociedad donde se garantice la libre expresión, más justa, democrática, participativa, con verdadera justicia social en equidad e igualdad social comprometida con dignidad, grandeza y reconciliada para lograr un mejor futuro.

La Constitución Política de 1991, en su artículo 1 expresa: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”.

La máxima esencia que se contempló en la Constitución de 1991, fue el reconocimiento del Derecho a la Vida, tal como se pone de manifiesto en su artículo 11 que dice: “El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte”, supremacía que se ratifica a través del artículo14 que preceptúa: “Toda persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica”, igualmente, el artículo15 que expresa en alguno de sus apartes: “Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre” el artículo 16 establece: “Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico”, también el artículo 17 contempla: “Se prohíben la esclavitud, la servidumbre y la trata de seres humanos en todas sus formas”, el artículo 18 señala: “Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia” . El artículo 20 en parte de su norma no convoca: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento…”

Aunque no solo el preámbulo de la Constitución política de 1991, sino en todo su contexto se deja explícito la necesidad de un Estado Social de Derecho como fundamento de la dignidad humana, definido especialmente en el artículo 22 que señala: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento” y reforzado con el artículo 67 que en alguno de sus apartes dice: “La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia” y el artículo 95 en su numeral 4 manifiesta: “Defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica”. De ahí que todo colombiano tiene el deber de contribuir al logro de la paz, que es un derecho fundamental haciéndola una responsabilidad del Estado y de la sociedad. La Constitución de 1991 lo que hizo fue convertir la paz, en un derecho global al reconocerla como derecho humano.

Entre otros derechos que consagra la Constitución en la búsqueda de ese Estado Social de Derecho, son: la defensa de los derechos humanos, la enunciación y guarda de los derechos fundamentales, para lo cual adicionó una herramienta eficaz con el fin de protegerlos como es la Tutela, que quedó consagrada en el artículo 86 y consiste en la posibilidad de toda persona, de solicitar la protección inmediata de sus derechos constitucionales cuando estos han sido vulnerados, por la acción u omisión de cualquier autoridad ; a través de la participación ciudadana, involucra a la sociedad en los problemas que afectan al hombre al hacer uso de los derechos colectivos y del ambiente.

Siempre es importante educar para la paz. La pedagogía para la paz no debe reducirse a la simple entrega de información, a ello se requiere sumarle valores de cultura y valores de paz, para que se generen actitudes coherentes con ellos. La pedagogía para la paz incluye la tarea importante de deslegitimar toda forma de violencia, debe ser un proceso continuo y permanente para que se cree conciencia y dé paso, a comportamientos que expresen sentido de fraternidad, de solidaridad, de tolerancia, de reconciliación y de convivencia.

Debemos tener presente, y para estar con el filósofo, escritor y pedagogo colombiano, nacido en Medellín, Antioquia Estanislao Zuleta cuando señaló: “La erradicación de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable; ni en la vida personal –en el amor y la amistad–, ni en la vida colectiva. Es preciso por el contrario construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo”.

Para concluir, invitamos a trabajar por la no violencia y la consolidación de la paz, con reconciliación, con verdad y perdón para contribuir a la necesidad impostergable, de promover, defender y aplicar los principios de equidad, solidaridad, justicia social y donde mejor se viva en democracia, con más participación y convivencia ciudadana para que haya más ecuanimidad, la paz es un derecho de la humanidad y con ella también se garantiza la supervivencia de la sociedad y la naturaleza.

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