Escribe: José Gregorio Martínez*

Gustavo Petro dijo que en 2070 en su país “solo quedarán desiertos”, recordando las fallidas profecías climáticas de Al Gore y Greta Thunberg. Estas alarmas las lanzó para justificar su propuesta de “transformar el sistema financiero mundial”. Si bien habló de las migraciones, las atribuyó al cambio climático, y para detener el éxodo de cubanos y venezolanos insistió con el levantamiento del “bloqueo” a las dictaduras de Díaz-Canel y Maduro.
El discurso del presidente de Colombia, Gustavo Petro, en la 78 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), fue una profecía del apocalipsis climático que sirve de sustento a su relato ideológico para presentarse como salvador de la humanidad con la supuesta defensa de la paz que usa para justificar la promoción del fracasado socialismo mediante el eufemismo de “transformar el sistema financiero mundial”, así como su complicidad con regímenes autoritarios.
“Les propongo acabar la guerra para defender la vida de la crisis climática, la madre de todas las crisis”, dijo luego de haber atacado al “huracán del capital que solo mira la ganancia”. Su objetivo de acabar con el capitalismo fue más explícito. “Si el capitalismo fósil no tiene financiación, morirá”, agregó Petro, revelando así el verdadero propósito de su intervención, que ha sido una continuación del discursó con el que debutó en la ONU el año pasado, cuando hizo apología al consumo de cocaína al comparar esta mortal droga con el petróleo y el carbón, para insinuar que estos hidrocarburos, que son el motor de 60% de la economía colombiana, son “más venenosos”.
¿Como Al Gore y Greta Thunberg?
Su discurso alarmista sobre la extinción de la humanidad incluyó una predicción de magnitudes apocalípticas sin precisiones científicas. Tan solo se limitó a decir que “según la ciencia, en el año 2070 habrán alcanzado 3.000 millones (de personas) huyendo de sus lugares queridos porque serán inhabitables”, y que en Colombia “en ese 2070 solo quedarán desiertos”.
Esta aventurada profecía recuerda la fallida predicción de la activista sueca, Greta Thunberg, quien en marzo de 2018 dijo en su cuenta de Twitter –citando a un “destacado científico”– que “el cambio climático acabará con la humanidad a menos que dejemos de usar combustibles fósiles en los próximos cinco años”. El 11 de marzo de este año se cumplió el plazo y ella simplemente optó por eliminar su mensaje de la red social. También el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, dijo en 2006 que quedaban diez años para tomar medidas drásticas respecto a nuestras emisiones de dióxido de carbono o el mundo llegaría a un punto de no retorno. Han pasado 17 años desde que alarmó al mundo con esta advertencia.
Petro oculta la realidad
Quizás el momento más irónico del discurso de Gustavo Petro en la ONU fue cuando habló de la “hipocresía como práctica política”. Y el momento más incómodo fue, sin duda, cuando previo a comenzar su intervención, muchos de los presentes comenzaron a retirarse del auditorio, dejándose ver totalmente confundido y desconcertado.
Su relato sobre el éxodo masivo por culpa del cambio climático fue recurrente. Pero nada dijo de los millones de cubanos, venezolanos y nicaragüenses que huyen de las dictaduras de Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Al contrario, sin sonrojarse, recordó la incoherencia de haber estado en los últimos días en Chile, donde fue a condenar la dictadura de Augusto Pinochet, y posteriormente en Cuba, donde no solo ocultó las atrocidades de la tiranía comunista sino además aseguró que los Castro “cuidaron que los niños tuvieran comida, salud y educación”, aprovechando ahora su discurso en la ONU para insistir con que Cuba está “injustamente bloqueado” y lamentar que por solicitud del expresidente Iván Duque se haya incluido en la lista de países que promocionan el terrorismo. Al finalizar su discurso habló con la W Radio, donde incluyó a Venezuela en su pedido de “desbloquear” a las dictaduras.
Entre Ucrania, Palestina y el fentanilo
No podía faltar su obsesiva referencia al nazismo al hablar del papel de las democracias frente a “los autoritarismos que cada vez se parecen más a los nazis”, haciendo a un lado su complicidad con los regímenes autoritarios del continente e incluso más allá. Y es que para justificar su supuesta neutralidad frente a la guerra en Ucrania que comenzó en febrero del año pasado con la invasión rusa, lanzó una atrevida comparación al decir que “las mismas razones que se expresan para defender a Zelenski son las mismas razones con las que se debería defender a Palestina”.
Y así como el año pasado defendió la cocaína, en esta oportunidad condenó la erradicación de cultivos de marihuana y hojas de coca porque –según su argumento– eso generó “injusticia” y fue la causa de la propagación del fentanilo. “Querían una guerra contra las drogas de la juventud rebelde que se opuso a la guerra de Vietnam, la marihuana y el LSD de los hippies, y terminaron por conducir a su sociedad a la droga del neoliberalismo y la competencia”.
La retórica delirante de Gustavo Petro marcó su discurso alarmista en la ONU frente al supuesto apocalipsis climático y la extinción de la humanidad sin inmutarse por la falta de libertades de millones de latinoamericanos que viven en la miseria, sin acceso a servicios básicos y bajo una brutal represión que les impide escoger su destino, pero que simplemente fueron ignorados por no encajar dentro del relato ideológico de la izquierda que se limita a culpar de todos los males al capitalismo y al cambio climático.
* José Gregorio Martínez, Periodista venezolano dedicado a las fuentes de Política y Economía. Editor jefe de PanAm Post. Experiencia previa en medios como NTN24, El Mundo Economía & Negocios, Diario La Verdad y Globovisión.


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