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Salida de las farc de lista de terroristas, ¿aporte a la paz o a la impunidad?

Escribe: Miguel Andrés Fierro Pinto*

En la gráfica Juan Manuel Santos, presidente de Colombia para la época y Rodrigo Londoño Echeverri, alias de “Timoleón Jiménez” de las farc.

Aunque le cambien la tipología, taxonomía y nomenclatura a las farc, ello no anula el negro y sangriento pasado que escribieron en las páginas de la historia de Colombia y de la región.

El Gobierno de los Estados Unidos finalmente hizo oficial lo que había anunciado hace unos días atrás en cuanto al proceso y consultas pertinentes para retirar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ep –ep-farc– de su lista de organizaciones terroristas. Lo primero que tenemos que decir, es que es una decisión totalmente unilateral y soberana por parte del Gobierno de Joe Biden, aunque no nos deja de sorprender y tampoco nos aleja de algunas reflexiones.

Una de las principales razones que tuvo Washington, fue que con la firma del proceso entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la organización narcoterrorista, se extinguió el carácter cohesivo y mando de la organización, la cual con la firma mutó mayormente a un partido político que en principio adoptó el mismo nombre para hacer política con el que mataron, secuestraron, robaron, reclutaron, violaron, torturaron etc., y que por aquellas razones del marketing político cambiaron a Comunes.

En teoría y sólo en teoría, las farc como organización criminal se acabaron luego de diciembre de 2016, por lo que en días pasados se hicieron homenajes a galas y manteles para celebrar los cinco años de un bodrio que se derivó del mayor atraco que ha sufrido la democracia no sólo en Colombia, sino en América Latina. Por supuesto, nos referimos al hurto que efectuaron el Gobierno de Juan Manuel Santos, el Congreso, algunos medios de comunicación y las Cortes a la voluntad popular plasmada en las urnas el 2 de octubre de 2016, día en que los colombianos votaron el plebiscito y le dijeron NO a la impunidad y todo entuerto que se capituló en La Habana. Aunque con pompa y ceremonia, con el secretario general de la ONU abordo se validó el robo a la democracia colombiana, lo cierto es que en el país hay de todo menos la palabra  y estado de paz en virtud a ese mediocre y vulgar acuerdo con las farc.

En lo que respecta a la decisión soberana del Gobierno de Joe Biden, se observa que no se logró el debido consenso. Aunque no era una decisión legislativa sino ejecutiva, tuvo muchas voces de resistencia por parte de no pocos congresistas de ambas cámaras y ambos partidos en los EE. UU. Ni siquiera el bloqueo o embargo a Cuba, aunque si es una decisión legislativa, no había tenido contradicción, cosa que sí tuvo la decisión de retirar a las farc como organización terrorista en la lista del Departamento de Estado. Las razones que se oponían eran altamente válidas y legítimas no sólo para los intereses de los colombianos, sino de los mismos EE. UU.

Razones de crímenes que cometieron las farc en contra de ciudadanos norteamericanos, tales como extorciones, secuestros, asesinatos y por supuesto lo que más toca la fibra íntima de los EE. UU: el delito del narcotráfico, que no expiró por parte de miembros de las farc con el garabato o la rúbrica que le plasmaron al tal acuerdo  entre esa organización y el Gobierno Santos que no es otra cosa que un mar de impunidad con criterios de elegibilidad política, así como una mega operación de lavado de activos.

Tantas larvas dejó el narcotráfico en las farc, que en su haber está haber sido el mayor cartel de drogas del mundo, el principal proveedor de carteles mexicanos, cuyas larvas fueron más allá de diciembre de 2016, tal cual como la cooperación de las autoridades colombianas y norteamericanas detectaron que negociadores y signatarios del ya mencionado acuerdo, como Jesús Santrich e Iván Márquez, siguieron ejerciendo el crimen organizado trasnacional mientras hipócritamente hacían tránsito a la legalidad disfrazada de impunidad. Lo demás, es historia.

Desde Colombia, algunos expresan que era algo obvio y normal ya que las farc se transformaron a partido político, por lo que la lista de organizaciones terroristas de los EE. UU no hace referencia a partidos políticos, lo cual es totalmente falso, pues el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, está en esa lista.

Aunque excombatientes de las farc celebren la decisión de Washington, así como los colombianos gritamos y celebramos el gol de James a Uruguay en el mundial del 2014 o el gol de Yerri Mina a Inglaterra en Rusia 2018, el Departamento de Estado ha hecho unas precisiones al respecto: por un lado incluye en dicha lista a las disidencias de las farc comandadas por Iván Márquez (jefe del equipo negociador de las farc en La Habana), El Paisa, Romaña, etc., así como las cuentas pendientes y causas que estén en curso contra miembros  de esa organización que aunque estén hoy en la legalidad, no expiran por el retiro de las farc de dicha lista.

El argumento de que con el retiro a las farc de dicha lista, logrará facilitar la implementación y apoyo al acuerdo, es menester recordar que quienes han incumplido el acuerdo, son las farc (Hoy Comunes). Quienes les han hecho conejo a las víctimas y han revictimizado a las mismas, son las farc. Quienes continuaron delinquiendo, son miembros de esa dizque extinta organización.

Aunque le cambien la tipología, taxonomía y nomenclatura a las farc, ello no anula el negro y sangriento pasado que escribieron en las páginas de la historia de Colombia y de la región. Las farc, es como el Covid-19, aunque haya Delta y Ómicron la Covid-19 es la Covid-19 y aunque haya disidencias, Nueva Marquetalia, Narcotalia, las farc siempre serán las farc.

* Miguel Andrés Fierro Pinto, Abogado y politólogo, analista experto en asuntos políticos, electorales y de conflictos latinoamericanos. Fue candidato a la Cámara de Representantes de Colombia por el partido Centro Democrático para el periodo 2014-2018.

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