Escribe: Álvaro Iván Grajales Patiño*.-

Juan Manuel Santos, pisoteando la voluntad popular frente al tema de la paz, recibió un inmerecido premio, por haber firmado un acuerdo con criminales que no han dejado de delinquir.
El pasado jueves, 12 de noviembre, el periódico estadounidense The New York Times publicó un artículo con los seis premios Nobel más cuestionados de las últimas tres décadas. Dentro de esta lista está el expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien recibió el galardón en 2016.
El diario neoyorquino dijo que Santos obtuvo el premio “por sus decididos esfuerzos para poner fin a la guerra civil de más de 50 años del país” al haber firmado el Acuerdo de Paz con el grupo terrorista farc. El medio cuestiona que los acontecimientos recientes sugieren que el país está nuevamente en conflicto.
“El premio fue anunciado pocos días después de que los colombianos rechazaran el Acuerdo de Paz en un referéndum, una profunda vergüenza para Santos. Si bien finalmente se impusó un acuerdo de paz, los acontecimientos recientes sugieren que una vez más el país está entrando en conflicto”, señala.
Las mentiras de Santos
El exmandatario impulsó un acuerdo de paz que llevó a criminales de lesa humanidad al Congreso de Colombia. El acuerdo fue sometido a un plebiscito en el que los colombianos votaron en contra de amnistiar a terroristas. Santos, durante toda la campaña, aseguró que los terroristas de las farc no iban a llegar al Congreso y que no habría impunidad. Sin embargo, hizo caso omiso a la decisión del pueblo colombiano y decidió firmar el acuerdo.
Luego, los terroristas de las farc consiguieron curules en el Congreso sin pagar un solo día de cárcel. No repararon a las víctimas, no devolvieron la totalidad de las armas y no han dicho toda la verdad. Lo más grave es que no devolvieron a los menores reclutados. Incluso, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) dejó en libertad y permitió la fuga de Jesús Santrich, terrorista que había sido detenido por narcotráfico después de la firma del acuerdo.
Lo más controversial es que el famoso acuerdo de paz, que le costó una millonada a los colombianos, no trajo paz. Todo lo contrario, la guerra se intensificó en algunas zonas por las “disidencias” del grupo terrorista farc.
Los otros cinco nobeles que el New York Times cuestiona son: el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali, ganador en 2019; el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, premio Nobel de Paz en 2009; el expresidente de Corea del Sur, Kim Dae-jung, ganador del premio en 2000; la líder birmana Aung San Suu Kyi, quien obtuvo el Nobel en 1991; y por último, aparece el premio que recibieron en conjunto Yasir Arafat, Shimon Peres y Yitzhak Rabin.
Los nobeles tirados a la basura
Tratándose del primer Ministro de Etiopía, el medio estadounidense afirma que fue elegido por “introducir cambios democráticos después de una era de represión, liberar a los presos políticos, flexibilizar las restricciones a los medios de comunicación y, en particular, resolver el prolongado conflicto fronterizo con la vecina Eritrea”.
Pero últimamente Abiy Ahmed Ali ha ordenado operaciones militares y ataques aéreos en Tigray, “una región cuyos líderes lo habían desafiado al proceder con unas elecciones que habían sido suspendidas debido a la pandemia. A medida que la lucha se intensifica y los refugiados llegan al vecino Sudán, el Gobierno ha declarado el estado de emergencia y ha cortado las comunicaciones con la región”. De acuerdo a lo anterior, el nobel de paz no trajo paz.
A Obama se le entregó “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”. Pero The New York Times señala que “muchos críticos, algunos partidarios e incluso el propio Obama cuestionaron la elección, dado que aún no había logrado ningún resultado significativo para la causa de la paz mundial”.
Si bien justifican la nominación por una aspiración de paz, dicha aspiración se vio frustrada cuando el exmandatario autorizó “un aumento de tropas estadounidenses en Afganistán y presidió una vasta expansión en el programa de ataques con drones”.
El Presidente coreano fue premiado por su trabajo promoviendo “la democracia y los derechos humanos en Corea del Sur y en Asia oriental en general, y por la paz y reconciliación con Corea del Norte en particular”. El mandatario realizó un viaje histórico a Corea del Norte, donde se reunió con su homólogo, Kim Jong-il, escenificando un acercamiento con su vecino.
Sin embargo, de dicha reunión solo quedó la foto, pues ambos países “han permanecido en un estado técnico de guerra, y bajo el hijo y sucesor de Kim Jong-il –Kim Jong-un– Corea del Norte ha desarrollado un arsenal de armas nucleares y misiles”.
De defensora de derechos a tirana
Otro caso curioso es el de Aung San Suu Kyi, quien ha sido duramente cuestionada por organismos de derechos humanos, tras convertirse en 2016 en la líder de facto de su país. La mandataria birmana ha sido acusada de no actuar para detener los asesinatos y violaciones de derechos humanos contra miles de musulmanes rohingya que han tenido que abandonar el país por persecución militar.
En conclusión, la academia se ha dedicado en las últimas tres décadas a otorgar premios Nobel de paz a personas que nunca llevaron la paz ni a sus regiones, ni al mundo.
* Álvaro Iván Grajales Patiño, Libertario y estudiante de último semestre de Derecho en la Pontificia Universidad Javeriana Cali.
T. de PanAm post

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